martes, 16 de marzo de 2010

50) Italia. Duomo de Siena. Piccolomini Library. Pinturiccio.


Catedral de Siena (Italia). Librería Piccolomini. Detalle de un joven en la escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Quizás se trata del retrato del joven pintor Rafael Sanzio que participó en estos  frescos decorativos realizados principalmente por Pinturiccio entre 1502 y 1507. Estas pinturas son un derroche de color y de belleza. (Foto de Jesús Díaz).

Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Escena de Pío II canonizando a Santa Catalina de Siena. Detalle de dos personajes presentes, probablemente son los retratos de los pintores renacentistas Rafael Sanzio y Pinturiccio. (Foto de Jesús Díaz).

Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Escena mitológica en el techo de la estancia. Monstruos híbridos del Bestiario son montados por personajes desnudos. (Foto de Jesús Díaz).

Catedral de Siena. Vista desde el suroeste. (Foto de Jesús Díaz).

Catedral de Siena. Bóveda de la librería Piccolomini influida en su ornamentación por las decoraciones de la Domus Áurea de Nerón descubierta en Roma a principios del siglo XVI. (Foto de Jesús Díaz)

Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle del personaje protagonista de la escena, el propio Enea Silvio Piccolomini. (Foto de Jesús Díaz).

Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini  entrando, ya coronado como Papa Pío II,  en San Juan de Letrán o en el Vaticano. Detalle. (Foto de Jesús Díaz).

Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini recibiendo el capelo cardenalicio. Detalle de dos personajes de lujosa indumentaria presentes en la ceremonia. (Foto de Jesús Díaz).



CATEDRAL DE SIENA. LIBRERÍA PICCOLOMINI.

1. UNAS PINCELADAS SOBRE SIENA, BELLA CIUDAD TOSCANA.
2. CATEDRAL DE SANTA MARIA ASSUNTA.
3. PINTURICCIO.
4. LIBRERÍA PICCOLOMINI.

1. UNAS PINCELADAS SOBRE SIENA, BELLA CIUDAD TOSCANA.

Una de las ciudades más hermosas de la Toscana italiana es Siena, fundada, según la leyenda por Asquio y Senio, hijos de Remo, hermano de Rómulo, míticos fundadores de Roma. El ser una población súbdita de la Ciudad Eterna en época imperial con el nombre de Sena Julia explica que el emblema de la ciudad sea la loba capitolina amamantando a los dos hermanos gemelos. 

Siena es una bellísima ciudad medieval patrimonio de la Humanidad desde 1995. La Piazza  del Campo en forma de abanico de plano inclinado, que vemos en la imagen inferior, es uno de los lugares urbanísticos de mayor atracción de Siena. En ella se celebra desde época medieval  las famosas carreras de caballos, El Palio, compitiendo los diferentes barrios de la ciudad. En ella se ubican el Palacio Público (palacio comunal o ayuntamiento) del siglo XIV con sus ventanales góticos de ojivas tríforas y su altísima y espigada torre Mangia o campanile (construido emulando a la torre de la Signoria que se alza en el palacio Vecchio de la vecina Florencia). Se decora la plaza, en su parte más elevada, con la hermosa fuente Gaia realizada en  mármol blanco, a principios del  Quattrocento, por  el famoso escultor Jacopo della Quercia.

En el museo del Palacio Público se conservan obras maestras de la pintura gótica trecentista italiana como los frescos de la Maestá y el caballero Guidoricio da Fogliano de Simone Martini y la Alegoría del  Buen y Mal Gobierno de Ambrosio Lorenzetti. Lippo Memni discípulo y seguidor de Simone Martini pintará, emulando al maestro, el soberbio fresco de  la Maestá ubicada en el Palacio comunale de  San Gimignano, población vecina orgullosa de sus altivas y poderosas torres medievales.



Siena. Vista de la Plaza del Campo desde "il facciatone" de la catedral.  La elevadísima torre Mangia o campanile define el perfil urbanístico de la ciudad. (Foto de Jesús Díaz).
 







Siena. Museo del Palacio Comunal. El caballero Guidoroccio da Flogliano. Fresco de SimoneMartini.(Imagen tomada de : http://www.tortaantiques.comwebguidoriccio). Guidoriccio da Fogliano era un condotiero, o capitán militar,  que en 1328, estando al servicio de Siena, tomó la ciudad de Montemassi tras un asedio de siete meses. Defendía la población cercada Castruccio Castracani. Durante  el asedio Guidoriccio da Fogliano conquistó, también para la república sienesa, Sassoforte.

Siena. Museo del Palacio Comunal. Maestá de Simone Martini.( Imagen tomada de: http://www.viaesiena.it/es/mariana/devozione/l-altra-maesta).
Este fresco se realizó en 1315, tiene unas medidas de 793x970 cms. y es la primera obra conocida del pintor trecentista Simone Martine, pintor que luego irá a la corte Papal de Avignon. El artista tomó como base para pintar esta obra la Maestá de Duccio Buoninsegna hoy conservada en el Museo de la Catedral sienesa. Aunque tiene cierta impronta de la maniera greca, del bizantinismo, Martini rompe ya con el hieratismo y la rigidez de la pintura bizantina, dando movimiento a los personajes, a la Virgen María con el Niño, y rompiendo la representación isocefálica; vemos en la imagen cómo las cabezas de los personajes adoptan diferentes alturas  sin seguir rígidas líneas horizontales. La composición es simétrica, dos grandes grupos de santos y santas en disposición circular flanquean a la Virgen María entronizada con el Niño en un lujoso trono dorado que luce atractivos gabletes. El oro se extiende también a los nimbos de santidad. Entre los santos distinguimos por ejemplo, atendiendo a sus atributos característicos, a San Pedro (llaves) y San Pablo (espada) en los dos extremos y a San Juan Bautista, con grandes barbas, en la parte derecha según observa el espectador. La escena se representa sobre un fondo azul,  bajo un baldaquino, y luce un bello enmarque o cenefa perimetral de tondos con efigies varias. Tiene algunas influencias del arte cortesano francés, de la miniatura y de la orfebrería, etc. El colorido muestra tonos suaves, agradables, propios de la pintura trecentista italiana.


Siena. Museo del Palacio Comunal. Fresco de los Efectos del Buen Gobierno. Ambrosio Lorenzetti. (Imagen tomada de: http://dexedrina.blogspot.com.es201105del-buen-y-del-mal-gobierno-y-sus.html.
Ambrosio Lorenzetti, hermano menor de Pietro Lorenzetti, realizó este ciclo de pinturas profanas, de carácter civil y político,  que es conocido como Alegoría del Buen y Mal Gobierno entre los años 1338 y 1340. Posiblemente murió al igual que su hermano Pietro a consecuencia de la Peste Negra de 1348. Los frescos se disponen en tres de las paredes de la conocida como sala de los Nueve (nueve gobernantes de la ciudad de Siena) representándose las siguientes escenas : "Alegoría del Buen Gobierno", "Efectos del Buen Gobierno en la ciudad y el Estado" y "Alegoría del Mal Gobierno". Las escenas se representan en bellísimos paisajes urbanos y rurales. Es una pintura ya con cierto sabor prerrenacentista. En la imagen que vemos se representa una escena urbanística y arquitectónica  de gran atractivo visual. La vida discurre tranquila y serena tanto para las clases elevadas, la aristocracia, como para las clases populares que desarrollan su vida habitual, de paseos, trabajo, comercio, etc. siendo la imagen un reflejo de la prosperidad y felicidad propias e inherentes a un buen gobierno.

2. CATEDRAL DE SANTA MARÍA ASSUNTA.


Siena. Vista de la catedral desde "Il facciatone". (Foto de Jesús Díaz).

Otro de los grandes polos de atracción turística de Siena es la catedral de Santa María Assunta y su bello entorno. urbano 

La catedral, Il Duomo de Siena, fue iniciada en la segunda mitad del siglo XII y continuó su construcción en los siglos XIII y XIV, siendo uno de los mejores ejemplos de la arquitectura gótica italiana, con el entrelazo constructivo tan característico de mármoles blancos y negros visibles especialmente en el interior de la catedral. Su espléndida fachada es obra de Giovanni Pisano y en el interior se conserva el púlpito octogonal de su padre Nicola Pisano, artistas que con su escultura de impronta clásica  serán un precedente del Renacimiento.

En el siglo XIV hubo un intento de agrandar la catedral transformando la nave principal y el ábside existentes en el transepto o nave transversal de la nueva catedral; no se llevó a cabo principalmente por la recesión provocada por la peste Negra que azotó la ciudad, y toda Europa, en 1348, por los problemas de estabilidad del terreno y por errores constructivos. Sin embargo se conservaron parte de las fachadas laterales de la que iba a ser la nueva nave principal, tal como las vemos en la actualidad, una de ellas es la conocida como "il facciatone", desde cuya cumbre se disfrutan unas bellísimas vistas de la ciudad de Siena y de todo su entorno.

De gran atracción  en el interior de la catedral son los mosaicos, a modo de opus sectile o encaje de mármoles de diferentes colores y figuraciones, que decoran el pavimento del edificio con temas religiosos y paganos. La Matanza de los Inocentes, la rueda de la Fortuna, la Loba de la ciudad amamantando a los dos gemelos, son algunos ejemplos de esos hermosos mosaicos. Sobre la cúpula del crucero se levanta una linterna con diseño de Gian Lorenzo Bernini. Obras de Donatello (Juan Bautista, lauda sepulcral del obispo Pecci) , Baldassare Peruzzi (altar mayor), Domenico Beccafumi (ángeles con candelabros), Pinturiccio (frescos de la librería Piccolomini), Miguel Ángel (esculturas en mármol de San Pedro y San Pablo en el retablo Piccolomini) y otros grandes artistas decoran la catedral. El Baptisterio, que a diferencia de otras catedrales como Florencia o Pisa, no es exento sino que se ubica bajo la cabecera de la catedral, exhibe hermosos frescos que cubren sus paredes y bóvedas y exhibe una bella  y famosa fuente poligonal con espléndida decoración relivaria realizada por los mejores escultores quattrocentistas italianos como Donatello, Ghiberti, Jacopo della Quercia, etc. Sin olvidar la arquitectura de ladrillo y los magníficos frescos con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento de la cripta de la catedral descubiertos hace unos años.

Pero la suntuosa joya que ha sido motivo de esta entrada del blog es la Librería Piccolomini, ubicada en la catedral y cuyas pinturas realizadas por Pinturiccio analizaremos brevemente. En 1494 Francesco Todeschini Piccolomini, arzobispo de Siena y sobrino del Papa Pío II, que había fallecido en 1464, ordenó la construcción del espacio de la biblioteca y su posterior decoración entre 1502 y 1507, con el fin de acoger los manuscritos y libros de su tío, aunque nunca llegarían a destino, albergando actualmente bellos ejemplares de cantorales y antifonarios del siglo XV.

c08-Catedral de Siena (planta)

Siena. Planta de la catedral. Imagen tomada de :http://peristilo.wordpress.com/2009/07/02/arquitectura-italia-2/c08-catedral-de-siena-planta/.

Observamos en la imagen superior que la catedral de Siena tiene un cuerpo principal longitudinal de  tres naves, un transepto, o cuerpo transversal, destacado en planta, compuesto de tres naves, y una cabecera recta. Las cubriciones de los tramos son de bóveda simple de crucería, y en el crucero, o intersección de las naves principales longitudinal y transversal, se levanta una cúpula poligonal con linterna. A la altura del quinto tramo en el lado de la epístola se ubica la torre campanile. En los angulares occidentales del transepto se hallan dos capillas de planta exterior cuadrangular e interior circular; la del lado del evangelio, en el norte, es la capilla que alberga el San Juan Bautista de Donatello, la del lado de la epístola, en el sur, es la capilla de la Madonna del Voto de Gian Luigi Bernini. La Librería Piccolomini se sitúa en el lado del evangelio, inmediatamente antes del transepto y tiene planta rectangular.


Catedral de Siena. Vista del interior desde el oeste. (Foto de Jesús Díaz). Obsérvese la alternancia horizontal de mármoles blancos y negros en la estructura arquitectónica del edificio.

3. PINTURICCIO.

File:Pinturicchio self.jpg

Imagen procedente de :http://en.wikipedia.org/wiki/File:Pinturicchio_self.jpg. Corresponde a un autorretrato de Pinturiccio realizado en la capilla Baglione de la iglesia de Santa María la Mayor de la ciudad de Spello.

Pinturiccio (pequeño pintor, por su escasa estatura)  es el seudónimo de Bernardino di Betto di Biagio, nacido en Perugia en el año 1454 y muerto en Siena en 1513. Es uno de los principales pintores  a caballo entre el Quattrocento y el  Cinquecento italiano. Probablemente aprendió en el taller de Bonfigli y de Fiorenzo de Lorenzo.  Colaboró como ayudante del pintor Perugino en las pinturas laterales que el maestro de Peruggia realizó en la Capilla Sixtina del Vaticano (Vuelta de Moisés a Egipto y circuncisión de Eliezer, Bautismo de Cristo, Entrega de las llaves a San Pedro). Giorgio Vasari lo describe en sus Vidas como un hombre poco agraciado, con limitaciones físicas, entre ellas la sordera, por lo que se le llamaba "Il sordicchio".

Citamos algunos de los trabajos pictóricos más conocidos de Pinturiccio. Antes de 1482 pinta los frescos de la Capilla del Presepio en Santa María del Pópolo en Roma. Entre 1484 y 1486 decora al fresco, con Historias de san Bernardino, la Capilla Bufalini de la iglesia romana de Santa María in Aracoeli.
Entre 1492 y 1494 decora al fresco las Salas de los Borgia en el Vaticano (actual librería vaticana). En esos años ha de fecharse una Virgen con el Niño del Museo de Bellas Artes de Valencia.
Entre 1496 y 1498 pinta la Pala di Santa Maria dei Fossi, conservada en la Galería Nacional de Umbría de Perugia. Entre 1500 y 1501 pinta al fresco varias escenas relativas a la vida de la Virgen en la capilla Baglioni en Santa María la Mayor de la ciudad de Spello, donde se autorretrata.
En el periodo 1502-1507  trabaja en la decoración pictórica de la Biblioteca Piccolomini de la catedral de Siena, pintando sobre la portada de entrada a la capilla la  Coronación de Pío III  y ya en el interior de la estancia escenas de la vida de Pío II, teniendo la colaboración en alguna de ellas del joven Rafael Sanzio y otros pintores.
Hacia1509 trabaja en los frescos del presbiterio de Santa Maria del Popolo de en Roma.

4. LIBRERÍA PICCOLOMINI.

En 1494, como hemos indicado, Francesco Todeschini Piccolomini, arzobispo de Siena y sobrino del Papa Pío II, fallecido en 1464, ordenó la construcción del espacio de la biblioteca, para albergar los volúmenes (libros cantorales, y otros) que su tío Enea Silvio Piccolomini, Papa Pío II, gran humanista renacentista, había acumulado durante su vida . Entre 1502 y 1507 la librería se decoró pictóricamente con frescos de Pinturiccio, Aspertini, y con intervenciones probables de un joven Rafael Sanzio. Las soberbias pinturas son el objeto de este trabajo. Pretendemos un vuelo visual ameno y gozoso por las escenas y decoraciones de brillante colorido de la conocida como Librería Piccolomini adosada a la nave del evangelio de la catedral, a la altura del quinto tramo, si contamos a partir de los pies del templo, en una ubicación previa al crucero.
Pío II, Eneas Silvio Piccolomini ( Corsignano, 1405- Ancona-1464) fue Papa desde 1458 hasta su muerte en 1464.

Pío III, Francesco Nanni Todeschini Piccolomini (Siena, 1439- Roma 1503) fue Papa , tras la muerte de Alejandro VI, en 1503, durante solamente 25 días. Era sobrino de Pío II. Por la fecha de su muerte no vió la estancia con su decoración pictórica completa.
Como relevancia histórica mencionamos las investigaciones de la escritora turolense de Alcorisa Marisa Azuara (Christoval Colón, más grande que la leyenda) que sostiene que el nombre original de Cristóbal Colón era Christoval Piccolomini de Sena, nombre que cambió (limando Piccolomini por delante y por detrás) porque su familia estaba acusada de traición a la Corona y el navegante quería crear un nuevo linaje para disfrutar de cargos y tierras prometidas por los Reyes Católicos. Según la investigadora y novelista sus padres serían Salvador Piccolomini de Sena e Isabella Alagón afincados en Cerdeña. Si la familia paterna de Colón sería italiana , de origen genovés, su familia materna sería aragonesa, descendiente de los condes de Sástago y Luna. Los antepasados del descubridor se instalaron en Cerdeña, lugar donde nació Christoval en 1436, en los tiempos en que la isla pertenecía a Génova, antes de la dominación aragonesa. El rey Alfonso V habría concedido al abuelo paterno del navegante el Almirantazgo de la isla. Cristóbal Colón sería sobrino del Papa Pío II, tendría gran relación con el futuro Pío III y estaría representado en los frescos de la librería Piccolomini en numerosas pinturas como un joven bello de rubios y largos cabellos acompañado con frecuencia de un perro, un  can sardo (totem de Cerdeña, perro también visible por ejemplo en el monumento a Colón frente al puerto de Barcelona). ¿Datos históricos, leyendas?.


Catedral de Siena. Entrada a la Librería Piccolomini. (Foto de Jesús Díaz).
Como vemos en la imagen superior, en el tramo previo al crucero de la nave del lado del evangelio, se halla la entrada a la biblioteca Piccolomini entre columnas y pilares adosados que alternan mármol blanco y negro y recogen parte de los empujes de las nervaduras del tramo de la bóveda. En la parte inferior de la foto apreciamos una gran portada, compuesta por dos arcos de medio punto, a modo de elegante arco de triunfo antiguo. Es obra del escultor sienés Lorenzo di Mariano Fucci, Marrina. Sobre la portada marmórea vemos la representación pictórica de la coronación del Papa Pío III realizada por Pinturiccio. 


Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Entrada renacentista con dos arcos de medio punto. Imagen tomada de: http://it.wikipedia.org/wiki/File:Portale_della_libreria_piccolomini_del_marrina_01.JPG
La entrada a la biblioteca, a modo de arco de triunfo, es una hermosa obra renacentista que muestra en las tres pilastras inferiores, en las tres superiores y en los entablamentos, decoración en relieve, abigarrada, característica del Renacimiento, a base de grutescos y motivos "a candelieri". En el arco de la derecha, según observa el espectador, apreciamos un tondo en relieve con la imagen del evangelista San Juan. El arco de la izquierda cobija la puerta adintelada que sirve de entrada a la librería. En ambos tímpanos se representan los dos escudos de los Papas Piccolomini,  escoltados por ángeles tenantes y envueltos mediante carnosas guirnaldas. A la izquierda observamos un elevado pedestal con dos cuerpos superpuestos que culmina en un motivo heráldico coronado por Cristo Resucitado.


Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Fresco de la entrada con la representación de la Coronación del Papa Pío III (sobrino del Papa Pío II) realizado por  Pinturiccio entre 1503 y 1508. Imagen tomada de: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pinturicchio,_Incoronazione_di_Pio_III.JPG
Vemos en la imagen que el pintor representó el solemne acto de la Coronación del Papa Pío III en dos niveles o registros. En la parte superior se representa una galería de arcos de medio punto separados por pilastras con capiteles; los pedestales de las dos pilastras centrales se decoran con el escudo de los Piccolomini. En el arco central vemos al Papa Pío III en el momento en que uno de los dos clérigos que le flanquean le coloca la tiara Papal. En los otros dos arcos observamos numerosos religiosos, en disposición simétrica, que asisten al evento. En el registro inferior apreciamos numerosos asistentes dispuestos en dos grandes grupos; es la sociedad civil testigo del relevante acontecimiento; entre los numerosos personajes representados observamos a un joven, de larga melena rubia, elegante indumentaria y tocado, que nos mira y que aparecerá en otras escenas del interior de la librería; algunos han querido ver en él a Cristóbal Colón; parece difícil pues debiera representarse como un hombre  ya maduro. Bajo el arco central, y entre los pedestales de las columnas, vemos una cartela con letras doradas sobre fondo negro que alude a la coronación Papal.


Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Vista de cantorales y antifonarios del siglo XV conservados en ella.  Detalle. (Foto de Jesús Díaz).
Aunque la biblioteca debía albergar los libros manuscritos propiedad del Papa Pío II, para los que su sobrino Pío III realizó la biblioteca, sin embargo nunca llegaron desde Roma y actualmente se exponen cantorales y antifonarios del siglo XV. En una cajonería a modo de atril corrido  que se adosa a los laterales del espacio rectangular de la librería Piccolomini vemos abiertos varios de los cantorales. Obsérvese las letras miniadas con dorados y brillantes coloridos que solían aplicarse por los miniaturistas mediante pintura al temple de clara de huevo. Sobre la cajonería-atril se disponen las bellas pinturas de Pinturiccio bajo grandes arcos de medio punto que analizamos más adelante.


Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Vista general desde la entrada. (Foto de Jesús Díaz). La sala rectangular de la librería se cubre con una bóveda de medio cañón con lunetos. Todos los espacios libres de las paredes y el techo están ornamentados, "horror vacui", con motivos decorativos renacentistas, pequeñas escenas de impronta mitológica y grandes escenas relativas a la vida del que fuera Papa Pío II. Al fondo de la estancia en el lado corto apreciamos dos grandes vanos-ventanales de medio punto cuyos tímpanos muestran los dos escudos Papales sostenidos por ángeles. En los laterales este y oeste observamos la cajonería o librería-atril que muestra los cantorales abiertos, y sobre ellos vemos algunas de las escenas pictóricas de Pinturiccio. En el centro de la estancia se yergue, sobre un elevado pedestal, un hermoso grupo escultórico en mármol con la representación de Las Tres Gracias, copia romana de un original griego helenístico del siglo  III a.C.



Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Vista general de la bóveda. (Foto de Jesús Díaz).
La decoración del techo se estructura mediante una gran rectángulo central, en disposición longitudinal, escoltado por los numerosos triángulos curvilíneos de los lunetos y de las pechinas. Obsérvese la abigarrada decoración con motivos geométricos a modo de cenefas o ribetes, y las escenas figuradas insertas en rectángulos y cuadrados, todo ello con un cromatismo tremendamente seductor que impacta visualmente al espectador. Una bella decoración renacentista que retorna al mundo clásico antiguo y lo reinterpreta. La profusa ornamentación se inspira en la Domus Áurea de Nerón, descubierta a principios del siglo XVI. Los triángulos que en envuelven el rectángulo central alternan fondos dorados y azules en los los laterales largos,  y dorados y rojos en los laterales cortos.


Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Escena primera con la representación de Enea Silvio Piccolomini (posteriormente Papa Pío II) yendo al Concilio de Basilea.  (Foto de Jesús Díaz). Enea Silvio fue acogido en la comitiva del poderoso cardenal Domenico Capranica, obispo de Fermo, en su accidentado viaje, en 1431, al Concilio de Basilea.  Enea Silvio es el joven jinete representado en el centro de la escena cabalgando, altivo, sobre un hermoso caballo blanco y mirando orgulloso al espectador.

La escena se resuelve en forma de lujoso cortejo, de manera similar a las habituales cabalgatas de los Reyes Magos al honrar al Niño Jesús recién nacido, típicas  de la pintura gótica y del Renacimiento (por ejemplo la Adoración de los Magos representada en el cuadro-retablo de Gentile da Fabriano, conservado en la Galería de los Uffizi de Florencia, y la Adoración de los Magos en el fastuoso fresco de Benozzo Gozzoli conservado en la capilla del palacio de los Medici de la misma ciudad, por citar dos ejemplos relevantes de la Toscana).

Esos cortejos suponen una ocasión propicia para mostrar a los personajes principales, acompañados de siervos y acólitos, exhibiendo su poder y sus magníficas y suntuosas indumentarias.
 
En la escena que analizamos, los barcos salen de la costa toscana pero con la mala fortuna de que debido a una tormenta son desviados hacia el sur, hacia Córcega, en lugar de navegar hacia el norte para acudir a la ciudad suiza de Basilea, ciudad donde se celebrará el concilio convocado por el Papa Martín V en 1431. Posteriormente dicho concilio  se trasladará a Ferrara en 1438, y a Florencia al año siguiente, finalizando en 1445. Sin embargo los barcos de la comitiva conseguirán finalmente enderezar  su rumbo y arrivar a la ciudad de Génova.

Como corresponde al Renacimiento la escena se representa con una composición perspectiva, similar a la que aprecia el ojo humano (aunque con ciertas reminiscencias de la perspectiva gótica en registros superpuestos) en la que los personajes se muestran en primer plano, al fondo observamos el puerto con las embarcaciones de la época y una hermosa ciudad amurallada asentada en un elevado cabo de la costa. En el cielo apreciamos la tormenta que trastornó inesperadamente el viaje previsto hacia Basilea. El mismo personaje que veíamos en el fresco de Pinturiccio en que se representaba la coronación del Papa Pío III, en la entrada de la librería Piccolomini, lo vemos ahora montado sobre un caballo castaño y también junto a un perro al que lleva atado mediante un cordel. Obsérvese la belleza de la representación de los personajes principales, montados a caballo, de los tres personajes que a pie y en posiciones dinámicas van en vanguardia de la comitiva, uno de ellos, de espaldas al espectador es un alabardero de ceñida vestimenta, a los otros dos vemos sus rostros jóvenes y sus atractivos tocados; apréciese la representación de la tormenta a la izquierda de la escena, el puerto con sus barcos, la ciudad amurallada, es una escena verdaderamente atractiva.

Al parecer existen diseños de esta composición que corresponderían al pintor Rafael Sanzio. Es una escena alegre, luminosa, dinámica, con un cromatismo variado y atractivo. Al fondo se representan montañas  en perspectiva aérea (que desarrollaría en el Renacimiento Leonardo da Vinci), con tonalidades azuladas, grisáceas, y contornos desdibujados, como corresponde a la visión real de objetos, personas y paisajes en la lejanía, cuya percepción, en perfiles y colores, es modificada por  la  distancia y la interposición del aire.



Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle de la comitiva. (Foto de Jesús Díaz).
Vemos en la imagen los personajes del primer plano; dos de ellos, el propio Enea Silvio Piccolomini y el joven jinete de la izquierda, ambos cabalgando fornidos caballos, nos miran haciéndonos cómplices de la escena y prolongando el espacio ficticio del fresco en el espacio real del espectador. Nos invitan a ser partícipes del acontecimiento. Obsérvense las suntuosas indumentarias de los personajes y los espléndidos tocados de la época complementados con ricas joyas de orfebrería, incluso en los arreos de los caballos. Al fondo observamos los barcos del puerto con sus velas hinchadas por el viento.


Catedral de Siena. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle de la tormenta y de la ciudad de fondo.
No es habitual en el Renacimiento la representación de tormentas como vemos en la imagen. Un antecedente lo tenemos en la escena de Moisés y los israelitas atravesando el Mar Rojo pintado por Ghirlandaio en la Capilla Sixtina hacia 1481-1482. Ha incluido el pintor, a la derecha, la representación del arcoiris sobre la bellísima ciudad amurallada



Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle del protagonista, el futuro Papa Pío II. (Foto de Jesús Díaz).
Enea Silvio tenía en ese año de 1431, en que se inicia el Concilio de Basilea, 26 años pues había nacido en 1405. Y así se representa en la imagen como un joven de largo y ensortijado cabello rubio, nariz estirada, piel tersa, lujosa vestimenta y bello tocado  con joya dorada en su parte frontal. Sostiene y exhibe en su mano derecha un papel con un breve texto que desea sea leído por el espectador. Al fondo vemos dos personajes religiosos, posiblemente cardenales, con indumentarias y tocados violáceos, que se dirigen al Concilio; probablemente uno de ellos es Domenico Capranica a cuya comitiva se incorporá Enea Silvio para acudir con ellos al Concilio. Véase cómo el pintor, con manchas y toques blancos, consigue efectos brillantes, sedosos y aterciopelados del  manto azul.



Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle del protagonista, el futuro Papa Pío II. (Foto de Jesús Díaz).
La mirada del protagonista de la escena es directa y va dirigida de forma atrevida al espectador, al que quiere transmitir  la importancia de su rango, de su estamento social y del evento al que se dirige.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle de un personaje de la comitiva. (Foto de Jesús Díaz).
Se trata, por su indumentaria, de un cardenal. El pintor lo ha representado de perfil, de forma bastante naturalista, con nariz estirada y puntiaguda, pelo canoso, tez morena con leve impronta de la barba rasurada, y mirada decidida y embebida en sus pensamientos.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle de un personaje de la comitiva. (Foto de Jesús Díaz).
Es un joven de bellísimo rostro, tez suave y tersa, ligeramente sonrosada, mirada sesgada, quizás mostrando cierta timidez, largos cabellos de oro, lujosa indumentaria y tocado con joya en su parte frontal.  Es el personaje que monta un caballo castaño en primer plano y conduce un can mediante un cordel, que algunos han relacionado con Cristóbal Colón y otros con un retrato del joven Rafael.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle de un personaje de la comitiva. (Foto de Jesús Díaz).
Si a los artistas del Renacimiento les gusta exhibir bellezas clasicistas, idealizadas, este podría ser un ejemplo nítido.



Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle de varios personajes con barcos al fondo. (Foto de Jesús Díaz).
Vemos en esta foto a los tres personajes que, a pie, encabezan la comitiva de los Señores que se desplazan en cabalgaduras; quizás son palafreneros. El primero, de espaldas, parece llevar una alabarda y gira su cabeza hacia los personajes principales. Sus dos compañeros, a los que vemos de frente, miran con respeto a los Señores, todos ellos vistiendo atractivas y coloridas indumentarias características de la época. Sus rostros son bellos, juveniles, exhiben largos cabellos y tocados seductores. Al fondo apreciamos los potentes barcos de madera próximos a la costa.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle de joven personaje con elegante tocado. (Foto de Jesús Díaz).
Es el palafrenero intermedio que encabeza, junto a sus dos compañeros, el cortejo que se dirige al Concilio. El pintor exhibe una destreza férrea en el dibujo, al que acompaña un colorido suave y amable, de dulces tonalidades. La expresión  del muchacho es contenida, respetuosa, discreta, pendiente de cualquier orden que provenga de sus Señores.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena de Enea Silvio Piccolomini yendo al Concilio de Basilea. Detalle de una población en la lejanía. (Foto de Jesús Díaz).
El pintor ha representado una bella ciudad amurallada con torreones de planta cuadrangular y una castillo en lo más elevado de la acrópolis. En primer término apreciamos el gran portal de entrada a la ciudad con vano de medio punto que muestra dovelas en cuña. Como protección de la entrada apreciamos un rastrillo descendente. En el interior conviven casas sencillas con tejados a dos aguas y edificios singulares de mayor relevancia; vemos por ejemplo un palacio, de planta rectangular y torreoncillo elevado, que exhibe dos bellos ventanales góticos con maineles y tracerías caladas superiores; más al fondo, en las proximidades del castillo, vemos una iglesia de tres naves, la central más alta y ancha que las laterales, y con contrafuertes prismáticos que recogen los empujes de las bóvedas interiores; en el hastial de la fachada oeste se aprecia un rosetón. El castillo muestra varias torres, la del Homenaje, más alta que las demás, es escalonada y al igual que otras muchas, muestra almenas y merlones, matacanes, cadalsos, etc. Una de las torres del castillo, quizás la única de la ciudad, es de planta circular y recio aspecto. Fuera de las murallas observamos algunos bosques de árboles frondosos.



Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena segunda con la representación de Enea Silvio Piccolomini en la Corte de Escocia. (Foto de Jesús Díaz).
El influyente cardenal Niccolo Albergati llevó a Enea Silvio Piccolomini al Congreso de Arrás, en el que Inglaterra, Francia y Borgoña negociaban una paz  durante la fase final de la Guerra de los Cien Años; desde allí el cardenal lo envió a Escocia  probablemente con el objetivo de animar al rey Jacobo II  para que hiciera la guerra a los ingleses y éstos se vieran forzados a firmar la paz con los franceses.

La segunda escena de la librería Piccolomini recoge precisamente ese acontecimiento, la presencia de Enea Silvio en la Corte del rey Jacobo II de Escocia, rey desde 1437 hasta su muerte en 1460. El gran arco de medio punto sirve de enmarque a la representación. En el centro de la escena vemos al rey Jacobo II de Escocia, representado como un anciano de luengas barbas y cabellos blancos, vestido con suntuosa indumentaria y sentado en un lujoso trono de madera ante el que se despliega una bonita alfombra oriental. El rey dirige sus gestos y mirada hacia el embajador Enea Silvio, que se halla de pie a su derecha. El pintor lo ha representado como un hermoso joven de larga cabellera rubia, vestido con túnica y manto, dispuesto en posición praxiteliana, sinuosa,  mirando con respeto al rey. Diferentes personajes de la Corte, cubiertos  con bellos vestidos y tocados, acompañan a los dos personajes en disposición compositiva simétrica.  Al fondo vemos una gran arquería de mármol de medio punto con columnas jaspeadas corintias a través de la que se divisa un paisaje ( un golfo marítimo abrazado por elevadas montañas)  en perspectiva aérea. Las enjutas de la arquería se decoran con profusos motivos vegetales que envuelven dos bustos de perfil, afrontados y cubiertos con casco. Apreciamos el techo de la galería de arcos decorado con casetones ornamentados con florones.

















Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena tercera con la representación de Enea Silvio Piccolomini siendo coronado como poeta por el emperador Federico III. (Foto de Jesús Díaz). Enea Silvio fue enviado por el antipapa Félix V a Aquisgrán en 1440 con el objetivo de rendir homenaje al recién elegido emperador Federico III. Enea Silvio gozaba de prestigio en la Corte del emperador por lo que fue nombrado protonotario y fue laureado como poeta por el propio emperador, acontecimiento que se refleja en la escena que vemos en la imagen.




El evento se desarrolla en un amplio espacio exterior espectacular, una gran plaza, recurso muy utilizado por diversos pintores del Renacimiento. En primer término apreciamos el motivo principal de la escena:  el emperador Federico III, lujosamente vestido y sentado en un trono lateral, coloca la corona de laurel sobre la cabeza de Enea Silvio Piccolomini, arrodillado frente a él en la escalinata y ante la presencia de numerosos personajes de vistosas indumentarias y elegantes tocados. Al fondo observamos un gran edificio exento, en el centro de la plaza, que se yergue altivo sobre un gran zócalo escalonado, recortando su bello perfil sobre un cielo azul inmenso. El soberbio edificio se compone de dos plantas; la inferior muestra una galería de arcos de medio punto en profundidad; la superior muestra una gran bóveda de medio cañón en profundidad, con casetones, escoltada por dos espacios con vanos adintelados y por dos terrazas abiertas abalaustradas; terrazas en las que vemos  a varios personajes; en la parte derecha uno de ellos amenaza con pegar a una dama a la que agarra por la muñeca.

La representación de acontecimientos señalados en un gran espacio público con un espectacular edificio de fondo en perspectiva matemática, es bastante utilizada en el Renacimiento. Ya el pintor Perugino en 1481-1482 utilizó una escenografía similar para representar en la Capilla Sixtina la escena de la Entrega de las llaves por Cristo a San Pedro, incorporando un edificio de planta central en el fondo. El mismo Pinturiccio, en 1484-1486,  en la capilla  Bufalini de la basílica de Santa María de Araceli en Roma, en la representación pictórica de los Funerales de San Bernardino utiliza una composición y escenografía similar con la inclusión de un gran edificio de planta central  en el fondo de la escena. El mismo pintor vuelve a utilizar una escenografía parecida en  la representación de la Disputa de Jesús con los Doctores, en la colegiata de Santa María Mayor de la ciudad de Spello en 1500-1501. Rafael Sanzio, que participa en las pinturas de la librería Piccolomini,  en su obra  Los Desposorios de la Virgen, cuadro conservado en la Pinacoteca Brera de Milán y pintado en 1504, utiliza esa escenografía e incluso La Escuela de Atenas de la Estancia de la Signatura del Vaticano, pintada hacia 1510, tiene una impronta con cierto parecido.



Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena cuarta con la representación de Enea Silvio Piccolomini en un acto de sumisión al Papa Eugenio IV. (Foto de Jesús Díaz).
Enea Silvio, como representante del emperador Federico III, realiza un acto de sumisión al Papa Eugenio IV que ostentará la tiara pontifical desde 1431 a 1447, año de su muerte. Es la escena representada en la imagen superior que se desarrolla en un interior de techumbre adintelada que muestra líneas de casetones en fuga como recurso para acentuar la perspectiva.  En el centro de la escena vemos al Papa Eugenio IV, vestido de pontifical,  sentado en un lujoso trono de mármol esculpido, que a su vez queda protegido por un dosel  de suntuoso paño verde con ribetes dorados.  Enea Silvio, con vestimenta amarilla, está arrodillado en la escalinata, previa al solio Papal, manifestando su homenaje y sumisión en representación del emperador.

Numerosos personajes, religiosos, cardenales, situados en los laterales en posición sedente, dos de ellos en posición frontal y de espaldas al espectador, asisten al evento en disposición compositiva oval.

Al fondo vemos otro grupo de personajes de la sociedad civil, de pie, como testigos del acontecimiento.

En último término observamos una gran plaza con un edificio espectacular de soportales de medio punto, en la parte izquierda de la representación, donde apreciamos otra escena secundaria; probablemente se trata del nombramiento de Enea Silvio Piccolomini como obispo de Trieste. Vemos de perfil, bajo los soportales de medio punto, al Papa sentado en el solio con un personaje arrodillado ante él. A la derecha, el pintor ha optado por representar la prolongación de la plaza y al fondo un paisaje con una casa sobre una colina y unos torreoncillos militares, con cadalsos o matacanes, en la lejanía.



Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena cuarta con la representación de Enea Silvio Piccolomini en un acto de sumisión al Papa Eugenio IV. (Foto de Jesús Díaz).
Es la misma escena anterior pero vista con mayor proximidad. Obsérvese el colorido aplicado por el pintor, tonos atractivos, rojos, azules, rosas, verdes, amarillos, saturados unos y con toques blanquecinos otros (para simular los brillos de suntuosas indumentarias satinadas, sedosas, etc.). El contraste de colores complementarios (rojos y verdes, azules y naranjas, amarillos y violáceos),  intensifican aún más la seducción cromática. Las amplias vestimentas clericales muestran numerosos pliegues naturalistas.  

En las composiciones renacentistas será una obsesión la representación perspectiva matemática, con un punto de fuga, que en esta escena estaría situado por detrás de la cabecera del solio Papal; puede comprobarlo visualmene el espectador prolongando las líneas de casetones de la techumbre arquitrabada del espacio áulico en el que se desarrolla la escena, y de las hileras de cardenales sedentes de primer plano. También la alternancia en profundidad de luz y sombra es un recurso para generar una sensación de profundidad; véase a la izquierda cómo el pintor representa en primer término una escena interior de iluminación atenuada que se convierte, al llegar a la plaza del fondo, en iluminación intensa, que a su vez se atenúa en los soportales de medio punto donde el Papa nombra obispo a Eneas Silvio y que vuelve a intensificarse en el fondo paisajístico. Recuérdese que el pintor nos engaña con sus recursos, pues utiliza un soporte bidimensional, el plano de soporte, la pared de la biblioteca, para representar el espacio, la tridimensionalidad, la profundidad, la perspectiva. El pintor usa una composición dibujística férrea, florentina, pero sin olvidar el suave y cálido colorido y la luz venecianas. Todo ello en atinada confluencia conforma escenas maravillosas como las que en este trabajo estamos considerando. No obstante aun queda cierta reminiscencia de la perspectiva medieval por registros en altura.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena quinta con la representación del obispo de Siena Enea Silvio Piccolomini presentando a Eleonora de Aragón al emperador Federico III. (Foto de Jesús Díaz).
El 24 de febrero de 1452 el obispo de Siena Enea Silvio Piccolomini presentó al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico III a Leonor de Aragón que será su esposa y emperatriz consorte. Leonor de Aragón fue la madre del emperador Maximiliano. El acontecimiento tiene lugar en la plaza de la puerta Camollia de Siena y en recuerdo del evento se levantó, por parte de la República de Siena,  la columna que vemos en la imagen con los escudos o armas de los dos relevantes personajes, el emperador Federico y su esposa Leonor. Al parecer la composición de la pintura se debe a Rafael Sanzio según se desprende de un dibujo del pintor conservado en la Pierpont Library de Nueva York y que el artista aplicará en los Esponsales de la Virgen y San José, óleo sobre tabla que se conserva en la Pinacoteca Brera de Milán.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena quinta con la representación del obispo de Siena Enea Silvio Piccolomini presentando a Eleonora de Aragón al emperador Federico III. (Foto de Jesús Díaz).
En primer término vemos a los personajes centrales, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a la izquierda, según observa el espectador, la futura esposa Leonor de Aragón a la derecha, y en el centro, ligeramente retrasado, apreciamos al obispo Enea Silvio Piccolomini que los presenta. Numerosos personajes de alcurnia y lujosa indumentaria de la época rodean a los personajes principales. En un segundo plano vemos la columna con las armas de Federico y Leonor, flanqueada por numerosos militares de los séquitos respectivos y como plano final observamos  la ciudad de Siena, la puerta Camollia a la izquierda, la desaparecida iglesia de San Basilio, al centro y  la catedral o Duomo de Siena y su Facciatone a la derecha. En la parte central apreciamos también numerosas torres medievales señoriales, elevadas, de planta cuadrangular que recuerdan a las aún conservadas en San Gimignano, en Bolonia, etc. En el centro de la escena se levantan tres grandes árboles, entre ellos una palmera, que recortan sus verdes copas en el azul del cielo.



Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena quinta con la representación del obispo de Siena Enea Silvio Piccolomini presentando a Eleonora de Aragón al emperador Federico III. Detalle. (Foto de Jesús Díaz).
Entre los personajes principales, que son testigos del acontecimiento, están Alberto Aringhieri, maestro de obras de la catedral, y caballero de Rodas (apreciamos la cruz de esa Orden en su pecho), Andrea Piccolomini, hermano de Pío III y su esposa Ana que dirige su mirada al espectador (están al lado del maestro arquitecto del Duomo). Los futuros esposos se dan la mano, el emperador dirige su mirada a Leonor, mientras que ésta, con suma discreción mira hacia el suelo inclinando levemente su cabeza. Federico III lleva corona de emperador que recuerda a la tiara Papal. Enea Silvio Piccolomini, que apoya suavemente su mano sobre el hombro de Leonor, luce indumentaria episcopal : mitra y capa pluvial abrochada de gran suntuosidad, con ribetes de oro y piedras preciosas.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena quinta con la representación del obispo de Siena Enea Silvio Piccolomini presentando a Eleonora de Aragón al emperador Federico III. Detalle.(Foto de Jesús Díaz).
El emperador se ha representado como un joven barbado de larga y rizada cabellera rubia, mientras que Leonor se ha representado como una joven recatada de tez nívea, tenuemente enrojecida en sus mejillas. Su vestido, típico de las clases pudientes de la época, es bellísimo, al igual que el que luce el emperador.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena quinta con la representación del obispo de Siena Enea Silvio Piccolomini presentando a Eleonora de Aragón al emperador Federico III. Detalle. (Foto de Jesús Díaz).
A diferencia de los personajes de la derecha, que son retratos según hemos referido, los de la izquierda (que vemos en la imagen superior) son probablemente idealizados, aunque el personaje de espaldas que cubre su cabeza con un bello tocado, y el joven rubio del fondo parecen ser los que hemos visto en otras escenas. Con toques de pintura blanca sobre las ropas de los personajes, el pintor crea la ilusión de indumentarias sedosas.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena sexta con la representación de Enea Silvio Piccolomini recibiendo el capelo cardenalicio. (Foto de Jesús Díaz).
En 1456 el Papa Calixto III nombra cardenal a Enea Silvio Piccolomini; es la escena que ahora vemos representada en un espacio interior en perspectiva. Vemos al Papa a la izquierda de la composición, vestido de pontifical con la tiara Papal,  sentado bajo un lujoso dosel. Está colocando el capelo cardenalicio sobre la cabeza tonsurada de Enea Silvio Piccolomini que se dispone ante él, arrodillado y con las manos en posición orante. La escena se desarrolla ante un altar sobre el que luce un pequeño retablo o tabla de altar. Frente al Papa se disponen varios clérigos con indumentaria de cardenal (al igual que Enea Silvio Picolomini)  sentados en profundidad, en escorzo. En torno a la pala de altar numerosas personas  se arremolinan cual testigos del acontecimiento.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena sexta con la representación de Enea Silvio Piccolomini recibiendo el capelo cardenalicio. (Foto de Jesús Díaz).
Obsérvese que la estancia, probablemente una capilla, se ilumina de forma natural mediante dos grandes vanos de medio punto cerrados con vidrieras. El techo acasetonado de la estancia contribuye a conferir profundidad y visión perspectiva a la escena. Los dos personajes civiles de primer plano cierran el círculo de la muchedumbre que rodea el Altar; uno de ellos señala con su mano izquierda el acontecimiento, y se representa de espaldas, con amplio manto azul de ribetes dorados; el otro se representa de frente con lujosa indumentaria verde, ambos con atractivos tocados. Estos dos personajes parecen servir de introducción a la escena del espectador cual vínculo de unión de los espacios pictórico y real.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena sexta con la representación de Enea Silvio Piccolomini recibiendo el capelo cardenalicio. Detalle de la pala del altar con una Sacra Conversación de la Virgen con el Niño , Santiago el Mayor y San Andrés. (Foto de Jesús Díaz). La Pala exhibe una mazonería renacentista con grutescos y decoración "a candelieri" de color dorado sobre fondo azul. Este enmarque, a modo de pequeño arco de triunfo, consta de base con tablero central y pedestales, pilastras laterales con capiteles dorados, entablamento y ático simple con acróteras y elemento decorativo central


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena sexta con la representación de Enea Silvio Piccolomini recibiendo el capelo cardenalicio. Detalle de la pala del altar con una Sacra Conversación de la Virgen con el Niño , Santiago y San Andrés. (Foto de Jesús Díaz).
La Virgen se representa sedente con indumentaria de bello colorido, teniendo al Niño desnudo sobre su pierna derecha. A nuestra izquierda vemos, erguido, a Santiago el Mayor, vestido con túnica amarilla y manto azul, portando bordón y libro. A la derecha, también erguido observamos a San Andrés con túnica verde, manto rojo, libro y gran cruz. Ambos santos se representan barbados y todos los personajes lucen nimbo de santidad dorado. La Virgen está sentada en un trono a modo de pequeño ábside de bóveda de horno.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena sexta con la representación de Enea Silvio Piccolomini recibiendo el capelo cardenalicio. Detalle de dos personajes. (Foto de Jesús Díaz). Obsérvese las bellísimas indumentarias, los calzados, los tocados, el sugerente colorido.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena sexta con la representación de Enea Silvio Piccolomini recibiendo el capelo cardenalicio. Detalle de dos personajes. (Foto de Jesús Díaz). Dibujo, luz y color en perfecta armonía.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena sexta con la representación de Enea Silvio Piccolomini recibiendo el capelo cardenalicio. Detalle de dos personajes. (Foto de Jesús Díaz). Naturalismo levemente idealizado, a diferencia del naturalismo barroco posterior caravaggiesco de personajes tomados de forma realista de los bajos fondos.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena séptima, Enea Silvio Piccolomini es coronado Papa y entra en San Juan de Letrán o quizás en el Vaticano.  (Foto de Jesús Díaz).
La escena que observamos se desarrolla en el interior de San Juan de Letrán, en el año 1458  en que Enea Silvio Piccolomini es nombrado y coronado Papa con el nombre de Pío II. Vemos al Papa vestido de pontifical y tocado con tiara Papal de triple corona, sentado sobre un trono dorado (adornado con los emblemas Papales)  y llevado sobre palanquines por varios porteadores. Es acompañado por una muchedumbre de personajes eclesiásticos y civiles que ocupan la nave principal del templo. Un clérigo tonsurado y arrodillado lleva una vela encendida como símbolo del carácter efímero de la vida humana y del poder terrenal. Dos hileras paralelas de obispos, tocados con mitras blancas, vestidos con lujosas indumentarias eclesiásicas y encabezados por una bella cruz procesional, le preceden y se dirigen hacia el altar mayor situado bajo un hermoso baldaquino de planta cuadrangular, soportado por cuatro columnas de mármol violáceo y capiteles dorados; sobre ellos apea un entablamento decorado  con pedestales angulares y escultura en relieve; culmina el conjunto en una cupulilla semiesférica. Ante el presbiterio vemos una verja metálica negra y como separación  de la nave principal y las laterales observamos dos líneas de potentes columnas de mármol jaspeado y capiteles esculpidos con hojas de acanto y volutas de estilo jónico. Sobre las columnas descansa un sólido entablamento y sobre él se alzan recios muros abiertos mediante vanos altos y estrechos de medio punto. Como cubierta apreciamos una armadura de madera de par e hilera, con tirantes, pendolones y jabalcones. El arco de triunfo de medio punto da paso al presbiterio que  finaliza en un ábside  semicircular  en cuyo cascarón se representa, probablemente en mosaico, a tres personajes masculinos erguidos. Cristo ocupa el lugar central y está flanqueado por dos santos; sus siluetas se recortan sobre un fondo dorado, únicamente alterado por una palmera. Obsérvese la profundidad de la escena, la perspectiva matemática que el pintor ha utilizado, cuyo punto de fuga se sitúa en el altar mayor del fondo; las diferentes líneas oblicuas de fuga, sean de los personajes, sean de los entablamentos, allí confluyen. Al igual que el resto de escenas representadas, la que ahora analizamos se enmarca por un vistoso y profusamente decorado arco de medio punto. La ornamentación de las jambas consiste en motivos abalustrados, "a candelieri" y grutescos, característicos del Renacimiento.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena séptima, Enea Silvio Piccolomini coronado Papa entra en San Juan de Letrán o en el Vaticano. Detalle de dos personajes. (Foto de Jesús Díaz). En la parte derecha de la escena que acabamos de comentar observamos a dos personajes civiles con turbantes al modo oriental, son testigos del acontecimiento; uno de ellos mira directamente al espectador, a nosotros. Apréciese la belleza y colorido de las indumentarias y sus adornos de orfebrería. Los rostros de los dos personajes probablemente son retratos, especialmente el situado a la derecha según observa el espectador. Al fondo nuevamente observamos un bello joven apolíneo de tez clara, cara sonrosada, largos cabellos rubios bien cuidados e indumentaria-tocado de evidente atractivo.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena séptima, Enea Silvio Piccolomini coronado Papa entra en San Juan de Letrán o en el Vaticano.   Detalle. (Foto de Jesús Díaz).
Vemos en esta imagen a Enea Silvio Piccolomini, ya como Papa Pío II, sentado en un trono decorado con motivos en relieve renacentistas, angelitos alados, dragones, etc. El Papa bendice con su mano derecha. Está tocado con la tiara Papal de triple corona y viste de pontifical con gran capa pluvial azul con cenefas doradas y broche de orfebrería. Lleva guantes blancos y anillos pastorales.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena séptima, Enea Silvio Piccolomini coronado Papa entra en San Juan de Letrán o en el Vaticano. Detalle. (Foto de Jesús Díaz).
Las tres coronas doradas  superpuestas de la tiara se coronan con flores de lis también doradas. Al fondo de la imagen percibimos a los distintos personajes que son testigos del acontecimiento y las macizas columnas de mármoles jaspedados que separan la nave principal de las laterales. Evidentemente estamos ante un retrato del Papa Pío II.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escudo papel de Pío II Piccolomini con dos angelitos alados.  (Foto de Jesús Díaz).
Los dos angelitos desnudos, regordetes, de apariencia amable y graciosa,  muestran  largos cabellos rubios y alas azuladas y flanquean el escudo papal; uno de ellos señala el escudo mostrándolo a los visitantes. El campo del mismo incluye una cruz azul central con cinco cuartos lunares de oro en sus brazos. Las llaves de San Pedro de gran tamaño se cruzan en aspa bajo el campo mixtilíneo. Como culminación del conjunto observamos la tiara Papal de triple corona.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Tritón y Nereida en grisalla.  (Foto de Jesús Díaz). Dentro de los numerosos motivos decorativos que podemos apreciar en la estancia vemos en la imagen superior esta hermosa representación de estos dos seres híbridos afrontados, masculino y femenino, con torso humano y cola de pez pintados en grisalla simulando escultura en relieve.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena octava con la representación del Papa Pío II convocando el Concilio de Mantua. (Foto de Jesús Díaz).
Tras la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453, uno de los objetivos del Papa Pío II desde su nombramiento en 1458, será contener el poder otomano y recuperar  la ciudad. Para ello convocó el año de 1459, en la ciudad de Mantua,  un concilio de príncipes que se cebró en la Corte de Ludovico Gonzaga. Es el aconteciminto que se refleja en la imagen superior.

El encuentro se desarrolla en un interior abovedado representado en profunda perspectiva que nos muestra al fondo un paisaje azulado y desvaído en perspectiva aérea. El Papa Pío II está entronizado en la parte derecha de la escena, según observa el espectador. El trono, situado en posición elevada, tiene forma de silla curull en su parte inferior e incorpora un respaldo curvilíneo en su parte superior.  A sus pies vemos a un conjunto de cardenales sentados en dos bancos, dispuestos en ángulo diedro, separados  de la muchedumbre del fondo mediante unas mamparas. Frente a ellos vemos a otro conjunto de personajes de la sociedad civil y eclesiástica que asisten al concilio. Entre ellos vemos a Gennadio, Patriarca de Constantinopla. En el centro de la composición vemos una pequeña mesa, cubierta con tapices o alfombras, que acoge un conjunto de libros. En primer término observamos a tres personajes con aspecto y vestimenta oriental, uno a la izquierda, según observa el espectador y dos a la derecha. El pórtico de fondo, de arcos de medio punto rebajados, muestra gran altura y cubierta de bóveda de arista pintada de azul y está soportado por cuatro potentes pilares decorados con motivos renacentistas "a candelieri".

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena octava con la representación del Papa Pío II convocando el Concilio de Mantua. Detalle de dos personajes presentes de espaldas. (Foto de Jesús Díaz).
Son dos personajes de aspecto y vestimenta oriental; uno de ellos está de pie, el otro sentado hojeando un gran libro que sostiene en su regazo. Ambos lucen suntuosa indumentaria de vistoso colorido y pliegues naturalistas.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena octava con la representación del Papa Pío II convocando el Concilio de Mantua. Detalle de dos personajes de espaldas. (Foto de Jesús Díaz) El pintor, al igual que en otras escenas, simula telas sedosas de calidad gracias a toques pictóricos blanquecinos, dispuestos sabiamente, para representar la reverberación de la luz en sus superficies. Los dos personajes muestran barbas picudas


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena octava con la representación del Papa Pío II convocando el Concilio de Mantua. Detalle de un conjunto de personajes a la izquierda de la imagen. (Foto de Jesús Díaz).
El personaje de primer plano exhibe, además de su rica indumentaria y un collar de orfebrería, un turbante azul al estilo oriental musulmán. En un segundo plano vemos, erguido, al Patriarca de Constantinopla representado de pie como un anciano con poco pelo y barba blanca. Al fondo observamos a varios personajes más, entre ellos uno negro con hermoso tocado que nos lanza, desde el fondo, una mirada blanca y sesgada.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena octava con la representación del Papa Pío II convocando el Concilio de Mantua. Detalle de dos personajes en primer plano. (Foto de Jesús Díaz). 
Detrás del personaje oriental de primer plano se sienta un anciano de largos cabellos y barba blanca que sostiene en sus manos un libro abierto y mira con atención al Papa Pío II.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena octava con el Papa Pío II convocando el Concilio de Mantua. Detalle de dos personajes en primer plano. (Foto de Jesús Díaz).
El personaje oriental lleva en sus manos un libro cerrado. Se aprecia con mayor nitidez el lujoso collar de orfebrería que porta. Sobre la mesa del fondo apreciamos varios libros y un reloj de arena.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena novena con la representación del Papa Pío II canonizando a Santa Catalina de Siena.  (Foto de Jesús Díaz).
El largo proceso de canonización de Santa Catalina de Siena, religiosa dominica, concluyó en el año 1461 con la intervención del Papa Pío II. La composición en dos registros superpuestos de la escena de Pinturiccio es similar a la que utilizó el pintor en la Coronación de Pío III en el frontal exterior de la biblioteca, en la fachada de entrada a la estancia.

En el registro superior se representa al Papa entronizado en un solio situado en altura, al que se accede mediante escaleras, cubierto  mediante un dosel adornado con los motivos heráldicos Papales. El lujoso dosel apea sobre cuatro pilares decorados con grutescos y motivos "a candelieri". A los pies de las escaleras del trono yace Santa Catalina sobre un camastro soportado por cortas patas de león. La Santa de Siena apoya su cabeza sobre dos lujosos almohadones,  viste el hábito dominico, porta sobre su pecho un libro, y lleva en sus manos, cruzadas sobre el pecho, un ramo de lirios o azucenas, uno de sus atributos identificadores. Flanquean al Papa numerosos cardenales y otros clérigos, la mayoría tonsurados, y varios de ellos portando velas.

En el registro inferior observamos numerosos personajes, algunos civiles, la mayoría de ellos clérigos y de sexo masculino; solo apreciamos una monja dominica en el grupo. Muchos portan velas. Se considera que los dos personajes civiles que vemos en la parte inferior izquierda son los retratos de Rafael Sanzio y del propio Pinturiccio. También llevan velas y lucen elegante y colorista indumentaria.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena novena con la escena del Papa Pío II canonizando a Santa Catalina de Siena. Detalle de dos personajes en primer plano, probablemente los pintores Pinturiccio y Rafael. (Foto de Jesús Díaz). Obsérvese la pose orgullosa,  elegante y exhibicionista del personaje de primer plano, seguramente Rafael Sanzio. El personaje que está a su lado, y que muestra una actitud más discreta y reservada, es seguramente Pinturiccio, que como hemos comentado no era muy agraciado físicamente, y sufría de sordera, según las informaciones que da Giorgio Vasari en sus Vidas de mediados del siglo XVI.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena novena con la escena del Papa Pío II canonizando a Santa Catalina de Siena. Detalle de dos personajes en primer plano, probablemente los pintores Pinturiccio y Rafael. (Foto de Jesús Díaz). Obsérvese la belleza de Rafael, representado como un joven de piel tersa y suave, de hermosura apolínea, de larga cabellera rubia. Pinturiccio más tímido, inclina la cabeza, y al igual que Rafael lleva un bonito tocado y porta en su mano una vela.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena novena con la escena del Papa Pío II canonizando a Santa Catalina de Siena. Detalle con varios personajes. (Foto de Jesús Díaz).
En la parte derecha de la imagen observamos varios clérigos y una monja, quizás la única fémina de toda la escena. Un clérigo, representado de espaldas,  exhibe su tonsura, otros monjes van cubiertos con hábitos de sus órdenes respectivas, dominicos, quizás franciscanos, etc.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena décima con la representación del Papa Pío II llegando a Ancona para iniciar la Cruzada. (Foto de Jesús Díaz).
Esta escena recuerda en cierta manera la analizada en primer lugar, en la que se representaba la partida de Enea Silvio Piccolomini al Concilio de Basilea. Ambas escenas son exteriores y en ellas se representa el mar  con una flota y una bella ciudad al fondo. En la pintura que ahora estudiamos sería la ciudad de Ancona. A ella se desplazó en 1464 el anciano Papa Pío II, viejo y enfermo,  para iniciar una cruzada contra los turcos, contra los otomanos, que en 1453 habían conquistado Constantinopla y amenazaban el mundo occidental. Quiso participar personalmente en la Cruzada para vencer la resistencia de los príncipes italianos a intervenir en ella. Al parecer llegó a tiempo para ver la flota veneciana. Algunos de los personajes que vemos en la pintura son identificables; arrodillado a la izquierda se situaría el Dux veneciano Cristoforo Moro; los otros dignatarios serían Hassan Zacaria, príncipe oriental de Samos, derrocado, Tommaso Paleologo de la Morea griega, también derrocado y Calapino Bajazet, hijo del Sultán, retenido en Roma como rehén. Algunos estudiosos sostienen que las lujosas indumentarias orientales que lucen varios personajes las copiaría Pinturiccio de los diseños que Gentile Bellini, habría realizado en un viaje suyo a Constantinopla, aunque el pintor de Peruggia bien pudo tomarlos de dignatarios que acudían a la propia Corte Pontificia.
Al parecer la representación de la ciudad de Ancona que vemos en la imagen sería relativamente fiel a la realidad, con ciertas reelaboraciones de Pinturiccio, como ocurre en la catedral de San Ciriaco pintada con impronta renacentista, ocultando sus características más goticistas. Incluiría el pintor en la representacíón el arco de Triunfo de Trajano, que actualmente se conserva en la ciudad.
Es una escena muy atractiva la que vemos en la imagen superior, con el Papa, vestido de pontifical, situado en el centro de la composición, sobre andas, dando órdenes, con una pléyade de personajes de elegantes indumentarias situados junto a él, y con el magnífico paisaje de fondo en el que vemos la ciudad de Ancona (alzándose sobre la colina junto al mar, con murallas, almenas y merlones, torres, puertas de acceso, soberbios edificios en su interior),  el mar Adriático exhibiendo la flota veneciana presta para la Cruzada, un gran árbol espigado, semejante a un ciprés, que recorta su bella silueta en el inmenso cielo azul, al igual que dos pájaros que surcan el cielo, etc.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena décima con la escena del Papa Pío II llegando a Ancona para iniciar la Cruzada. Detalle de un personaje de alcurnia arrodillado. (Foto de Jesús Díaz). Al parecer el personaje que vemos en la imagen sería el Dux de la república veneciana Cristóforo Moro. Se representa como un hombre maduro, con calvicie, barba blanca, y suntuosa indumentaria acorde con su alta alcurnia y dignidad. Se representa arrodillado mostrando su respeto y acatamiento al poder Papal. Obsérvese el bello y joven personaje de fondo que lleva en sus manos el lujoso tocado del Dux veneciano.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena décima con la escena del Papa Pío II llegando a Ancona para iniciar la Cruzada. Detalle de un personaje arrodillado, posiblemente el Dux de la República de Venecia, Cristóforo Moro. (Foto de Jesús Díaz). El naturalismo con que se representa a este personaje  nos inclina a pensar que se trata  de un auténtico retrato. Lo vemos de perfil, muestra una pronunciada calvicie,  escaso pelo blanco y una barba también blanca y aperillada. Apreciamos las arrugas de su frente y su oreja con una peculiar sinuosidad. El pintor ha recogido el carácter del personaje en su mirada decidida, resuelta, y en su actitud y cabeza erguida y orgullosa como corresponde al primer dignatario de la Serenísima República de Venecia.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena décima con la escena del Papa Pío II llegando a Ancona para iniciar la Cruzada. Detalle de joven que porta el lujoso tocado del anciano arrodillado, quizas el dux veneciano Cristóforo Moro. (Foto de Jesús Díaz).
A este joven, de larga cabellera rubia, rostro terso y hermoso, lo hemos visto representado en varias escenas; en la que ahora analizamos observamos al personaje, en actitud comedida, portando el gran sombrero-bonete del Dux de la República de Venecia que está arrodillado ante el Papa Pío II. Obsérvese el ajustado pantalón rojo del joven, el atractivo cinturón con bolso y borlas colgantes y su bello tocado negro con pluma.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escena décima  con la escena del Papa Pío II llegando a Ancona para iniciar la Cruzada. Detalle de joven personaje portando el tocado del anciano dignatario arrodillado, quizás el Dux venceciano Cristóforo Moro. (Foto de Jesús Díaz).
El joven exhibe una belleza apolínea, rasgos hermosos, pelo ondulado de oro, tez blanquecina levemente sonrosada y mirada comedida, melancólica, no exenta de cierto orgullo.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bellísima jamba decorada con grutescos renacentistas y el escudo de los Piccolomini. (Foto de Jesús Díaz).
Separa esta jamba las escenas pictóricas tercera y cuarta; en la tercera se representa  la Coronación como poeta de Enea Silvio Piccolomini por el emperador Federico III y en la cuarta se representa la escena de Enea Silvio Piccolomini en sumisión ante el Papa Eugenio IV.
Ya hemos analizado en una imagen anterior el escudo de los Piccolomini flanqueado por dos bellísimos angelotes alados desnudos que vemos en la parte inferior.
La decoración de la jamba con grutescos renacentistas dispuestos "a candelieri"es exquisita. Observamos decoraciones simétricas que se desarrollan  en ejes longitudinales, verticales, que incorporan diferentes motivos, geométricos, vegetales, zoomorfos, híbridos, en una disposición repetitiva y perturbadora. Es lo que vemos en la imagen, tanto en las pilastrillas laterales decoradas en blanco y azul (donde la ornamentación se basa principalmente en elementos abalaustrados), como en la parte central donde predominan motivos similares pero polícromos y dorados. La belleza cromática, dibujística e iconográfica es potente y seductora. Se denominan grutescos a estas decoraciones porque en el Renacimiento comenzaron a usarse tras el redescubrimiento de la Domus Áurea de Nerón en Roma y otras construcciones de la Antigua Roma, encontradas cual grutas subterráneas; sus decoraciones impactaron en la sociedad renacentista que comenzó a imitarlas y a reinterpretarlas. "Grutescos" deriva de gruta, de las grutas antiguas redescubiertas en Roma. Decoración "a candelieri", deriva de la disposición de todos estos motivos a modo de candeleros, balaustres, etc.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda con lunetos. (Foto de Jesús Díaz). La decoración pictórica del techo se estructura mediante un rectángulo longitudinal a lo largo de la bóveda flanqueado por triángulos curvilíneos. Unos triángulos son los correspondientes a los lunetos sobre los arcos de medio punto, que cobijan las escenas que hemos analizado anteriormente, y los otros triángulos, colocados en alternancia, corresponden a los faldones de caída de la propia bóveda de cañón. La ornamentación es profusa y abigarrada, aunque distribuida de forma racional y ordenada. Obsérvese el rectángulo central enmarcado por  tres orlas decorativas y decorado con escenas figurativas insertas en cuadrados, rectángulos, óvalos, etc.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda de lunetos con bellísima decoración. (Foto de Jesús Díaz). Vemos cómo los lunetos o triángulos curvilíneos que coronan los arcos de medio punto muestran fondos dorados y grutescos polícromos, mientras que los triángulos de caída de las bóvedas, situados en las enjutas de los arcos, exhiben fondos azules en los laterales largos de la sala rectangular, y fondos rojos en los lados cortos. La línea y el dibujo férreos se disponen  en perfecta armonía  con el color llamativo y exuberante.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escudo del Papa Pío II Piccolomini sostenido por dos ángeles tenantes. (Foto de Jesús Díaz). Frente a la entrada de la sala Piccolomini, en el lado corto de la librería, se abren dos grandes vanos de medio punto, doblados, que rasgan el muro casi en su totalidad a modo de una ventana bífora gigante. Estos vanos proporcionan la iluminación natural de la librería. Entre las cabeceras de los dos arcos de medio punto de cada uno de los vanos, lucen los escudos Papales de Pío II y Pío III, tío y sobrino. Una cartela inferior rectangular los identifica. El que vemos en la imagen superior corresponde a Pío II. El campo del escudo queda cuartelado mediante una gran cruz latina azul con lunas doradas. Los escudos se coronan con las llaves de San Pedro cruzadas en aspa y la tiara Papal. Una gran guirnalda de flores y frutos sostenida por dos ángeles envuelve cada uno de los escudos. Los ángeles son jóvenes  y adoptan posturas simétricas y dinámicas; visten túnicas y mantos rojos y blancos en alternancia, lucen bellas alas verdes y doradas, muestran largas cabelleras y nimbo dorado en escorzo. Recortan sus figuras, al igual que el escudo y la cartela, en un cielo azul de fondo. Los ángeles pisan pequeñas nubes blancas, miran al espectador, y adoptan posturas movidas, mostrando su indumentaria agitación, pliegues, ondulaciones y un bello y tenue colorido (amarillos, rosas, blancos, verdes, combinan sus tonalidades de forma lograda).

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Escudo heráldico del Papa Pío III sostenido por dos ángeles tenantes. (Foto de Jesús Díaz).
Es muy similar a la representación heráldica anterior. Únicamente varía el cromatismo de la indumentaria de los ángeles tenantes que en esta ocasión mezclan rojos, blancos, verdes, blancos, de forma diferente pero también magistral, y la leyenda de la cartela inferior que ahora hace referencia también al Papa Pío III.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica.  (Foto de Jesús Díaz).
Dentro de los cuadros insertos en el gran rectángulo central de la bóveda, uno de ellos es el que observamos en esta bellísima imagen. Se representa una escena mitológica en un paisaje paradisíaco. Vemos en primer término a un pastorcillo recostado sobre la tierra,  durmiendo, o quizás en duermevela, pues está al cuidado de un rebaño de ovejas, vacas y cabras que pastan en las suaves lomas del entorno, lomas que finalizan en un picacho escarpado, situado al fondo, que recorta su perfil en un fondo dorado de reminiscencias bizantinas. A la izquierda, según observa el espectador, vemos a una joven diosa de cabellos rubios, sobre un lujoso carro dorado y celeste. Viste una leve túnica que transparenta su sensual y turgente anatomía. La diosa se ha levantado y se muestra en actitud de salir del carro y dirigirse hacia el pastorcillo en actitud amorosa; extiende su mano deseando probablemente acariciar al joven que yace en la hierba. Sobre la diosa, suspendido en el aire, vemos al Dios Cupido (el dios Eros romano), que lleva en sus espaldas el carcaj para las flechas del amor y del desdén. Detrás del carro de la diosa vemos a otra joven, quizás una ninfa de su cortejo, o tal vez la diosa Flora, pues porta un cesto que parece rebosar flores y frutos. Desconozco en este momento la escena exacta representada. Como hipótesis sugiero las siguientes: podría tratarse de la diosa Venus ( la Afrodita griega), diosa del Amor, que se aproxima al bello Adonis; podría tratarse de la Diosa Selene, diosa de la luna, que se aproxima a su amado Endimión, pastorcillo de belleza seductora, aunque la escena parece representarse de día y no de noche; o quizás se trata de la Diosa Ceres (la Démeter griega), diosa de la fertilidad, de los cereales y las cosechas, o la diosa Flora, por el cesto de flores y vegetales que porta.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración de una enjuta situada entre dos arcos de medio punto. (Foto de Jesús Díaz).
Obsérvese la espléndida ornamentación del triángulo curvilíneo. En su centro destaca un cuadrado en losange que incorpora una escena guerrera dentro de un círculo, dos jinetes al galope, uno con lanza y estandarte y el otro con escudo y yelmo, cabalgan con energía y agresividad, al tiempo que el primero de ellos, el que porta el estandarte, ensarta con su lanza a un guerrero tendido en el suelo. El resto del triángulo se decora con bellísimos grutescos de exuberante colorido dispuestos en simetría. Vemos diferentes motivos y figuraciones ornamentales, jarrones, cuernos de la abundancia, numerosos híbridos, muchachas jóvenes de torso desnudo y turgentes pechos, y a veces aladas, con cuerpo de macho cabrío, delfines alados, puttis alados o sin alas, numerosas aves, etc. El triángulo queda delimitado por una cenefa decorada en relieve pintado con motivos heráldicos, geométricos, etc.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración fantástica. (Foto de Jesús Díaz).
En este pequeño rectángulo de extremos cortos  curvos se representa una escena imaginaria fantástica de impronta mitológica. En un paisaje marítimo, quizás un fondo marino  de cimbreantes algas, observamos, a la izquierda, según mira el espectador, un tritón (ser marino con cabeza y torso humano y extremidades de pez) acompañado de una cariñosa nereida desnuda, en el centro apreciamos a un anciano desnudo con barba y turbante montando un toro con cola de pez o serpiente, también acompañado de una joven amante, desnuda y de sugerentes formas, y finalmente a la derecha se representa un niño desnudo que porta una tela ondulante montando un peculiar delfín de aspecto curioso. Los diferentes seres representados  emanan un aspecto perturbador.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración de un luneto con grutescos. (Foto de Jesús Díaz).
Sobre un fondo dorado y brillante resaltan los motivos y figuraciones representados con simetría y vistoso cromatismo. Nuevamente vemos diferentes seres fantásticos del bestiario, monos alados, delfines cabalgados por puttis desnudos,  pavos reales, híbridos de niño y vegetal portando guirnaldas, etc. La ornamentación se dispone simétricamente en torno a un motivo a candelieri dispuesto verticalmente en el centro y compuesto de pedestal, jarrones y otros elementos en superposición, que estructura el conjunto representado.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración fantástica. (Foto de Jesús Díaz). En esta otra enjuta de fondo azul se vuelven a representar numerosos motivos a candelieri, grutescos, en torno a un cuadrado central en el que parece representarse un eclesiástico vestido de pontifical, sedente y flanqueado por dos atriles. Se representa en posición frontal pero gira su cabeza, tocada quizás con mitra o tiara, hacia el libro abierto del atril de la derecha según observa el espectador. La pintura del personaje y de los atriles  es en grisalla que destaca sobre un fondo rojo. Nuevamente vuelven a representarse numerosos puttis y animales fantásticos, híbridos, etc. que recuerdan al bestiario medieval y a la Antigüedad romana. La cenefa en relieve que bordea el triángulo curvilíneo es similar a la anteriormente descrita.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración mitológica y heráldica. (Foto de Jesús Díaz).
En la parte central del rectángulo decorativo de la bóveda se incorpora el escudo de armas de los Piccolomini pero culminando no en la tiara papal sino en el capelo cardenalicio. Una guirnalda-orla de flores y frutos de aspecto  exuberante y carnoso envuelve el escudo. Cuatro niños o puttis desnudos, dos de ellos con cuernos de la abundancia, escoltan el escudo central

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
Vemos otra escena de fuerte impronta del arte romano de la Antiguedad. Apreciamos varios personajes, masculinos y femeninos, jóvenes y ancianos, en torno a otro que en posición central toca un instrumento de viento. Se representan en primer plano en un friso rectangular. Al fondo observamos un paisaje en la penumbra.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena  mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
Observamos en esta imagen un grupo de sátiros y silenos, híbridos de humano y macho cabrío que solían formar parte del cortejo del dios Baco (el Dionisos griego), dios del vino y de la fiesta, celebrando una orgía cerca de una ninfa casi desnuda recostada sobre el terreno; una leve túnica rosácea cubre apenas sus piernas, dejando al descubierto sus turgentes nalgas. Dos sátiros jóvenes retiran la cortina amarilla que oculta a la ninfa; ello nos permite ver su hermoso cuerpo desnudo, visto de espaldas. En el otro extremo apreciamos un sileno maduro,  tumbado en el suelo mientras uno de los sátiros jóvenes, que luce dos hermosos cuernos, le llena su jarra de vino ; próximo a él otro sátiro muy joven lleva sobre su cabeza un cestillo con vegetales y un cuerno de la abundancia. El pintor ha representado con naturalidad los curiosos penes curvilíneos de los sátiros así como sus desarrollados testículos; lucen con orgullo su potente virilidad, ansiosos siempre de penetrar a las ninfas y de satisfacer su irrefrenable e insaciable  lujuria y libidinosidad. Silenciosamente descubren el cuerpo de la inocente ninfa para satisfacer sus instintos y su lascicivia, aunque sea con su ansiosa mirada.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
Se trata probablemente del Rapto de Proserpina, o Perséfone en la mitología griega. Vemos en la hermosa imagen cómo el dios Plutón ( el Hades griego), dios de los infiernos, de la Oscuridad, del Orco, del mundo subterráneo, montado en un carro azul y dorado, y tirado por serpientes, lleva ya en sus brazos a la joven raptada pese a su oposición inútil y la de su acompañante. Es un mito hermoso, una metáfora de la rotación estacional, del paso del frío y estéril invierno a la feraz y cálida primavera. Proserpina era hija de los dioses Júpiter (el Zeus griego, dios supremo del Olimpo, dios del cielo, del rayo) y Ceres (la Démeter griega, diosa de los cereales, de las cosechas, del campo). Plutón vive solo en el mundo subterráneo y necesita una compañera. Venus (la Afrodita griega) provoca a través de Cupido (el Eros griego) que Plutón se enamore de Proserpina. Plutón sale del volcán Etna, en la isla de Sicilia, y rapta a la muchacha a pesar de sus lloros y resistencia y la lleva al mundo de la Oscuridad que él gobierna. Ceres, madre de Proserpina, desolada, comienza a deambular por el mundo y su tristeza provoca que los cereales  no germinen y se agosten. Júpiter, dios máximo, toma cartas en el asunto y envía al dios Mercurio, el dios mensajero, el Hermes griego, al Infierno, a las profundidades de la tierra para  solucionar el problema con Plutón. Éste, temeroso de que Proserpina le abandone definitivamente le da de comer unas semillas de la fruta granada, fruta de la fidelidad. Así conseguirá que durante seis meses, el tiempo frío, Proserpina esté con él como reina del Orco, aunque el resto del año, seis meses, durante el tiempo cálido, suba a la Tierra provocando la alegría gozosa de su madre Ceres que hará germinar y brotar con profusión  y exuberancia la Naturaleza y los campos para recibir a su hija amada.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
Hemos descrito antes una escena muy similar en composición y personajes; únicamente varía la disposición de alguno de los protagonistas y el colorido de sus indumentarias.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
Hemos descrito anteriormente una escena similar; hay mínimas diferencias, en la vegetación y en el sátiro de la derecha que en lugar de llevar un cuerno de la abundancia  agarra por los cuernos a una cabra.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
Nuevamente observamos varios monstruos híbridos del Bestiario, la mayoría semejantes a dragones y algunos con alas,  que son montados por dos ángeles  desnudos y alados, por un personaje maduro masculino, también alado, con gorro cónico  y corona, que toca un instrumento de viento, y por una ninfa desnuda de aspecto sensual. La escena se desarrolla en un ambiente o paisaje neutro marítimo, en penumbra. Destacan los suaves y bellos colores sobre el fondo negruzco del cartucho de representación.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
Observamos una escena similar a la anterior; únicamente varían, levemente, algunos de los híbridos y el atractivo colorido aplicado. Se aprecia con mayor nitidez cómo los diversos personajes y monstruos con colas serpenteantes están representados sobre sinuosas olas verdes.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
Esta imagen varía levemente con respecto a las dos anteriores; aunque también  se desarrolla en un ambiente  marino las figuras son diferentes. A la izquierda vemos un joven tritón, esto es un monstruo marino híbrido de humano (torso) y pez (extremidades en forma de cola), que lleva en sus manos una serpiente marina. El joven Ser de rubios cabellos atiende gozoso a la nereida, desnuda, que lleva en su grupa y que dirige su rostro y  sus brazos de forma amorosa hacia él. En el centro de la representación vemos otro monstruo verde de larguísima cola sinuosa que lleva sobre su lomo a un personaje desnudo, que luce largos cabellos de oro y un curioso tocado en forma de sombrero. Ambos giran sus rostros hacia atrás.  A la derecha apreciamos otro monstruo en forma de delfín; es cabalgado por un niño desnudo que lleva un gran velo rojo ondeando y en tensión circular, aspecto que gusta y repite el artista pintor en varias de las escenas. Sobre las olas se elevan hojas verdes a modo de algas que restan monotonía al paisaje perturbador. Si observamos en la mayoría de los cartuchos se divide el fondo de la representación  en dos registros horizontales y superpuestos de diferente color.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración con escena mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
El rectángulo decorativo central del techo se decora en su parte central con el escudo de los Piccolomini y en los extremos del rectángulo se incluyen las dos escenas comentadas del Rapto de Proserpina y , quizás, Venus y Adonis. A su vez estas dos escenas secundarias son flanqueadas cada una de ellas por cuatro cuadrángulos con personajes desnudos.  El que vemos en la imagen superior escolta a la escena del Rapto de Proserpina y en él se representa a una joven desnuda, de cuerpo voluptuoso (apenas cubierto por un leve tul que ondea al aire) con dos niños, también desnudos, en un paisaje de línea de horizonte muy baja, por lo cual las tres figuras recortan sus cuerpos sobre un cielo azul muy amplio. Las figuras representadas recuerdan a una alegoría de la Caridad, aunque estamos ante un ciclo pictórico profano.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración  mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
La imagen es similar a otras ya descritas anteriormente, pero todas son distintas. En la que ahora vemos  se representa en el centro del triángulo curvilíneo de la enjuta una escena de lucha dentro de un enmarque octogonal inserto a su vez en uno cuadrado. Varios personajes, pintados en grisalla sobre fondo azul, ymontados a caballo guerrean con lanzas. El resto del triángulo se decora con grutescos y motivos a candelieri sobre un fondo oscuro.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración  mitológica. (Foto de Jesús Díaz). Vemos otro triángulo curvilíneo que nace de la enjuta formada por dos de los arcos de la estancia. Se decora en su parte central con una portada, ventanal o pequeño retablo que se compone de zócalo o banco, cuerpo flanqueado por pilastrillas cajeadas, brevísimo entablamento y tímpano curvo. El retablillo cobija en su interior a una bella dama sentada que está leyendo, en leve posición de tres cuartos. La joven se ha pintado también en grisalla sobre un fondo rojo y azul. El resto del triángulo curvilíneo se decora con grutescos y motivos a candelieri  dispuestos sobre un fondo dorado.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración  mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
El triángulo curvilíneo exhibe en su parte central, dentro de un octógono inserto en un rectángulo, un caballo al paso, que es cabalgado por una joven y un muchacho situado tras ella abrazándola. De pie a modo de palafrenero vemos a otro personaje. Las figuras se representan en grisalla, lo que les da un aspecto escultórico, y dispuestas sobre un fondo azul, destacando sus bellos perfiles. Como en el resto de triángulos una abigarrada, pero ordenada y simétrica decoración de grutescos, seres híbridos, angelotes,  de vistoso colorido etc. llena el espacio destacando sus atractivas imágenes sobre un fondo negruzco.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración  mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
En esta ocasión el rectángulo central muestra a dos personajes erguidos, cuyas vestimentas ondean al aire, situados ante un pedestal

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. (Foto de Jesús Díaz).
En esta imagen vemos nítidamente cómo los diferentes triángulos curvilíneos flanquean el rectángulo central. Unos se disponen en ascenso desde las enjutas de los arcos que exhiben y cobijan las grandes escenas pictóricas; otros se disponen en horizontal sobre los propios arcos de medio punto, cual si fueran viseras de los mismos. La decoración general es fastuosa.


Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Bóveda. Decoración mitológica. (Foto de Jesús Díaz).
No todos los triángulos curvilíneos  tienen un cuadrado central decorativo; es el caso del que vemos en la imagen que se ornamenta, en disposición "horror vacui", mediante grutescos sobre un fondo rojizo.  Un eje vertical a candelieri marca el eje de la composición, de él brotan elementos fitomorfos, zoomorfos, antropomorfos en simetría cuasi férrea.
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Vista de la fachada interior sur con dos escenas pictóricas y el grupo escultórico de la Expulsión del Paraíso. En el centro de la sala observamos el grupo escultórico de las Tres Gracias . (Foto de Jesús Díaz).
Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Vista de la fachada interior norte y el grupo escultórico de las Tres Gracias en primer término. (Foto de Jesús Díaz).
El grupo escultórico de las Tres Gracias es una copia romana en mármol de un original griego del periodo y arte helenístico ( en torno al siglo III a.C.). Era propiedad de Francesco Todeschini Piccolomini, luego, aunque por brevísimo tiempo, Papa Pío III. El estilizado pedestal abalaustrado fue realizado por Giovanni di Stefano al final del siglo XV. El hecho de tratarse de un desnudo y femenino, dentro de un recinto religioso, una catedral, provocó a lo largo de la historia  cambios de ubicación frecuentes. Las Tres Gracias (nombre latino frente al de Cárites de los griegos) son tres divinidades de la belleza, hijas de Zeus y Eurínome, hija de Océano. Sus nombres son Eufrósine, Talía y Áglae. Se representan como tres jóvenes desnudas cogidas por los hombros; dos de ellas miran en la misma dirección y la otra mira en dirección opuesta. Pertenecen al cortejo del dios Apolo, dios de la música.

Siena. Catedral. Librería Piccolomini. Relieve con la Expulsión del Paraíso en el muro sur.  (Foto de Jesús Díaz).
Este grupo escultórico de estuco se halla en el interior de la estancia y sobre la puerta de entrada a la librería. La arquitectura de la obra se realizó posiblemente a finales del siglo XV o principios del siglo XVI por el artista Marrina o por su maestro Giovanni di Stefano. La escena de la Expulsión del Paraíso es una copia de la representada en  la fuente Gaia que se localiza en la piazza di poppolo en Siena y que esculpió el gran artista del Quattrocento Jacopo della Quercia.  Se representa en la imagen la Expulsión del Edén de Adán y Eva por un ángel. El conjunto se asemeja a un pequeño santuario en forma de Arco de Triunfo, con arco de medio punto, pilastras con capiteles, tondos en las enjutas, entablamento con una leyenda y tímpano o ático triangular con un sol en su centro. Los personajes se representan desnudos, salvo el ángel que oculta sus genitales y muslos con una túnica movida, y con musculatura marcada y aspecto claramente manierista, especialmente por las posturas artificiosas y en torsión  .  

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